EGIPTO ANTIGUO Y EL CERCANO ORIENTE. (Tratado de Neumática de Herón de Alejandría)

 Tratado de Neumática de Herón de Alejandría

En los siglos inmediatamente anteriores al comienzo de nuestra era, los científicos e inventores del mundo griego se habían dedicado a construir juguetes mecánicos destinados a la diversión. Una investigación seria sobre las posibilidades que los autómatas y las máquinas podían ofrecer al incremento de la producción agrícola o industrial, habría exigido el quiebre de los paradigmas existentes, la superación de una visión que en realidad obstaculizaba el progreso técnico. De hecho, en aquellos tiempos todo lo que estuviera relacionado con oficios o artes manuales era considerado innoble y servil, por lo que los intelectuales del mundo grecorromano se mantuvieron, en general, a distancia de los mismos. Sin embargo, fue la persistencia de algunos técnicos antiguos lo que hizo posible que se entendieran y aplicaran los principios elementales de la física y de la mecánica; con el fin de obtener recursos naturales o construir máquinas de guerra, no tan desprendidos de lo práctico como puede pensarse.
 
Dentro del mundo mediterráneo la “escuela” de Alejandría (Egipto) se convirtió en un foro intelectual donde se reunió mucho del conocimiento acumulado durante siglos de experiencia humana. Los reyes Tolomeos, que desarrollaron una cierta política científica, dedicaron gran parte de sus riquezas a la adquisición de los libros producidos en Egipto, Grecia, Persia, India, Israel y Mesopotamia. De las bibliotecas de la ciudad de Menfis, cercana a Alejandría, así como de las demás ciudades del Delta, se trajeron gran cantidad de papiros en los que se recogía todo el saber egipcio, sus cosmogonías racionales y sus tradiciones cultas. 

De hecho, consideramos que tanto en sus concepciones intelectuales como técnicas los griegos estuvieron más cerca del pensamiento egipcio de lo que en general se comprende. Tal como la ciencia griega, la egipcia se valía del saber acumulado, definía campos de interés práctico y construía explicaciones para el fenómeno observado. Los egipcios buscaban conocer la causa de las cosas, organizaban sistemáticamente sus conocimientos, observaban atentamente el mundo en que vivían, lo que los llevó a crear un cierto “corpus teórico” que sirvió en mayor o menor medida como herramienta para intentar interpretar la realidad.
 
En aquella lejana Alejandría vivieron y trabajaron, entre muchos otros, innovadores como Ctesibio (a quien se atribuye el descubrimiento de un cañón de vapor, una bomba contra incendios, un autómata y una bomba para elevar agua), y Herón (que introdujo principios mecánicos de gran importancia), representativos del horizonte técnico alcanzado en Egipto durante la dominación griega. En especial en los albores de nuestra era, la “ingeniería” antigua logró un tope de estabilización tecno-teórica que permitió notables avances hacia la mecánica teórica, representada por los Tratados escritos por Herón. 
Es cierto que a la manera de otros inventores griegos, Herón fue también un gran constructor de entretenimientos, como su famoso teatro de autómatas movilizados por medio de piezas metálicas, engranajes y palancas. Sus múltiples inge­nios y dispositivos, como la dioptra y el odómetro (sistema de engranajes combinados para contar las vueltas de una rueda); el haber calculado la distancia en­tre Roma y Alejandría sirviéndose de dos observaciones de un mismo eclip­se; la construcción de un aeolipile (que permite la transformación de energía térmica en mecánica, precursora de la máquina de vapor) lo ubican en un lugar destacado dentro de la historia de la tecnología en Egipto y el mundo griego. Pero contribuyó al saber antiguo con la redacción de obras como la Métrica, en la que propone una fórmula para calcu­lar el área del triángulo en función de los lados; la Mecánica (que estudia sus aplicaciones) y la Neumática (que en especial nos interesa), revelando una capacidad poco frecuente.

Por su naturaleza didáctica, las obras heronianas tienen las características de manuales de recopilación de conocimientos, experiencias y observaciones personales. No fue un desconocido imitador, tuvo una gran preocupación por los aspectos teóricos de su oficio, y supo aplicar su saber técnico al trabajo del metal, la arquitectura, la carpintería y la pintura; además de haber aspirado a la imitación del “movimiento de las cosas vivas